miércoles, 4 de noviembre de 2009

CIUDAD ARBOL

“…la obligación, impuesta por las formas modernas de vida urbana, de vivir casi por entero en el artificio, constituyen una amenaza de primera que pesa sobre la salud mental de la especie… Comencemos pues por proclamar que el respeto a la vida – aún humana – no existe en una sociedad encarnizada en destruir formas irremplazables de la vida… el culto a lo bello y lo verdadero es incompatible con la “cultura pasiva” a que nos aboca la actual vida urbana.”
CLAUDE LEVI-STRAUSS



LAS CADERAS DEL PUERTO
Voy de camino a casa por el antiguo puerto.
Los barcos guardan turno en sus muelles
como quien sabe con exactitud
que no hay otra esperanza
que alejar la ciudad en sus rumores
para poder partir,
al tenue embarcadero de uno mismo.

Ahora me encuentro frente a un mar calmado,
con la extraña quietud, de quien no sabe
en que rincón mirar fragmentos de belleza
que no tengan el precio de la oferta.
Propuesta siempre en horas bajas,
como cualquier promesa que no se cumplirá.

Algún poeta busca una ciudad
donde encontrar verdades sin insomnio,
donde amarrar la vida en las terrazas
para verla pasar con sus luces bohemias.
Donde el amanecer
se esconda en las caderas de muchacha
que sabe quien ha sido,
y que ahora ve,
resignada,
que han dejado de ser sus pasos,
antiguos templos húmedos,
motivo de tan bellas
palabras.

¿Dónde buscar en una ciudad muerta?

Aquí,
con un cielo tapado
por demasiadas horas de trabajo,
sólo puedo ver
que enfrente de las líneas ortodoxas
de barcos sin faena
existen todavía,
varios motivos para contemplar
los caprichos de noche eterna,
hechos caderas decadentes
de una ciudad sin alma
llena de multitud y belleza de plástico.